En las tecnologías de visualización de alta gama más utilizadas actualmente, OLED (diodo orgánico emisor de luz) y QLED (diodo emisor de luz de punto cuántico) son, sin duda, dos de los principales referentes. Aunque sus nombres son similares, difieren significativamente en sus principios técnicos, rendimiento y procesos de fabricación, representando prácticamente dos caminos de desarrollo completamente distintos para la tecnología de visualización.
Fundamentalmente, la tecnología de pantallas OLED se basa en el principio de la electroluminiscencia orgánica, mientras que la tecnología QLED se basa en el mecanismo electroluminiscente o fotoluminiscente de puntos cuánticos inorgánicos. Dado que los materiales inorgánicos generalmente poseen mayor estabilidad térmica y química, la tecnología QLED presenta, en teoría, ventajas en cuanto a la estabilidad de la fuente de luz y su vida útil. Por ello, muchos consideran que la tecnología QLED es una vía prometedora para la tecnología de pantallas de próxima generación.
En pocas palabras, la tecnología OLED emite luz a través de materiales orgánicos, mientras que la tecnología QLED la emite a través de puntos cuánticos inorgánicos. Si comparamos el LED (diodo emisor de luz) con la tecnología original, entonces Q y O representan dos caminos tecnológicos originales distintos. El LED, como dispositivo semiconductor emisor de luz, excita la energía lumínica cuando la corriente eléctrica atraviesa el material luminiscente, logrando así la conversión fotoeléctrica.
Aunque tanto las pantallas OLED como las QLED se basan en el principio fundamental de emisión de luz de los LED, superan con creces a las pantallas LED tradicionales en términos de eficiencia luminosa, densidad de píxeles, reproducción del color y control del consumo energético. Las pantallas LED convencionales utilizan chips semiconductores electroluminiscentes, con un proceso de fabricación relativamente sencillo. Incluso las pantallas LED de alta densidad y paso de píxel pequeño solo alcanzan actualmente un paso de píxel mínimo de 0,7 mm. En cambio, tanto las OLED como las QLED requieren una investigación científica y unos estándares de fabricación extremadamente exigentes, desde los materiales hasta la fabricación de los dispositivos. Actualmente, solo unos pocos países, como Alemania, Japón y Corea del Sur, tienen la capacidad de gestionar sus cadenas de suministro iniciales, lo que supone barreras tecnológicas muy elevadas.
El proceso de fabricación constituye otra diferencia fundamental. El centro emisor de luz de los OLED está formado por moléculas orgánicas, cuya fabricación actualmente se realiza principalmente mediante un proceso de evaporación: la transformación de materiales orgánicos en pequeñas estructuras moleculares a altas temperaturas para luego depositarlas con precisión en posiciones específicas. Este método exige condiciones ambientales extremadamente exigentes, implica procedimientos complejos y equipos de alta precisión, y, lo que es más importante, presenta importantes desafíos para satisfacer las necesidades de producción de pantallas de gran tamaño.
Por otro lado, el centro emisor de luz de los QLED son nanocristales semiconductores que pueden disolverse en diversas soluciones. Esto permite su preparación mediante métodos basados en soluciones, como la tecnología de impresión. Por un lado, esto puede reducir eficazmente los costes de fabricación y, por otro, supera las limitaciones de tamaño de pantalla, ampliando así sus aplicaciones.
En resumen, OLED y QLED representan la cúspide de las tecnologías de emisión de luz orgánicas e inorgánicas, cada una con sus propias ventajas y desventajas. OLED se caracteriza por su altísimo contraste y su flexibilidad, mientras que QLED destaca por la estabilidad de sus materiales y su potencial de coste. Los consumidores deben elegir en función de sus necesidades de uso reales.
Fecha de publicación: 10 de septiembre de 2025